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Qué nadie ni nada te las amargue, y mucho menos el dulce placer de la comida. Y es que esta es época de celebraciones, en nuestra cultura todo lo festejamos comiendo y bebiendo y en estas fiestas hay celebración tras celebración, con amigos, compañeros de trabajo, familia... Comemos más, bebemos más y nos movemos menos, las sobremesas se alargan y todo ello en detrimento de nuestra salud…
INTRODUCCIÓN
La enfermedad de Alzheimer pertenece a un grupo de enfermedades neurológicas degenerativas denominadas “demencias seniles”. El término demencia hace referencia al deterioro en la capacidad cognitiva que es uno de los primeros síntomas en aparecer. Pérdidas de memoria. Dificultad para recordar nombres y fechas familiares, incorporar nuevos conocimientos, incapacidad para ejecutar ordenes sencillas, desorientación y pérdida en lugares cotidianos entre otros, todos ellos progresivos. Seniles, porque son más frecuentes a partir de los 60 años, aunque cada vez hay diagnósticos en edades más tempranas. De todas las demencias seniles diagnosticadas hasta la fecha la de Alzheimer es la más grave y devastadora.
Alzheimer es el apellido de uno de los dos neuropsiquiatras alemanes que describieron sus síntomas allá por el año 1906, a raíz de una paciente que fue llevada por su marido a la consulta, cinco años antes, al observar en ella conductas anómalas, como celos infundados, pronto aparecieron otros síntomas como pérdida de orientación y memoria y conductas poco convencionales, las cuales fueron progresando. Al cabo de cuatro años y medio aproximadamente de aparecer los primeros síntomas, la paciente falleció y fue al hacer la autopsia y observar al microscopio electrónico el cerebro, cuando Alzheimer comprobó los cambios tan peculiares en las neurofibrillas.
No se sabe exactamente cuáles son las causas que llevan a desencadenarla y padecerla. Se sabe que hay un componente genético, si tenemos un familiar directo de primer grado que la padece, es tres veces más frecuente que se desarrolle.
La edad, como se ha dicho, es más frecuente a partir de los 60 años. El 70% de los enfermos que la padecen entre 65-90 años son mujeres.
Otros factores ambientales como la alimentación o determinadas sustancias tóxicas, también se piensa que estarían implicados. También se ha querido relacionar con el estrato social, nivel educativo o intelectual bajos, pero está demostrado que afecta por igual a todos los estratos de la sociedad, independientemente de su clase social o su educación.
La aparición de los síntomas coincide con cambios degenerativos en el cerebro, como la acumulación de una sustancia proteica dentro de las neuronas y la invasión del cerebro por placas de una sustancia amiloide denominadas placas seniles. Esto aparecen como proceso normal del envejecimiento pero no en tanta cantidad ni son tan invasivas como en la enfermedad que nos ocupa.
También se ha podido observar en el cerebro de las personas que padecen el denominado Síndrome de Down con esta misma virulencia.
Mediante la buena elección de los alimentos que van a formar parte de nuestra dieta también podemos prevenir la aparición de cambios malignos en nuestras células, y que no progresen cuando ya están instaurados.
He aquí una serie de consejos para protegernos contra el cáncer.
1. Incorporar abundancia y variedad de verduras, por lo menos una vez al día crudas. Recomiendo, brócoli en especial, otro tipo de coles, verdura de hoja verde. Rábanos y berros, también tienen efecto protector.